domingo, 28 de febrero de 2010

Apostasía

Por Viviana Taylor



¿Dónde estabas


cuando pretendía estar dormida


mientras mi niña era penetrada?


¿Dónde estabas


-cuando sobre la mesa de la cocina


de la única persona que me ayudó


a no parir el hijo de mi padre-


me desangraba?





¿Dónde estabas


cuando creí que sus cuerpos me pertenecían


como me pertenecían sus almas?


¿Dónde estabas


cuando me los cobré con cinco balazos


o con una botella de alcohol y brasas?





¿Dónde estabas


cuando arrastraba mis pies descalzos


entre zapatos viejos


camino a la cámara?


¿Y dónde estabas


cuando firmé su sentencia de muerte


porque la ley me amparaba?





¿Dónde estabas


cuando el alud de piedra y barro,


el terremoto y el tsunami,


la inundación y la nevada?


¿Dónde estabas


cuando desapareció mi pueblo,


masacraron mi familia,


nos redujeron a nada?





¿Dónde estabas


cuando, en tu nombre,


me estrellé,


estallé,


condené,


negué,


expulsé,


denigré,


censuré,


maté,


torturé,


excomulgué?





¿Dónde estabas


cuando debías


detener mi mano o la suya?


¿Dónde estabas?





¿Y dónde estás ahora


cuando hallo más consuelo


en pensarte inexistente


que en la fe en un dios indiferente?